sábado, 30 de julio de 2011

La Herramienta

En los profundos laberintos de nuestro ADN se encuentra el mapa de nuestra estructura Única y los recursos de que disponemos para utilizar estos dones de manera óptima.

Nuestros atributos y cualidades y su vía consistente de expresión o no, están ya profundamente impresos al llegar a este mundo tridimensional.

Estos temas arquetípicos muestran la manera en que la dualidad opera en cada uno de nosotros. Puesto que aparentemente hemos nacido y aparentemente, pero sin duda alguna, moriremos, la dualidad está operando en nosotros sin tregua desde el día uno.

De qué manera vivimos ese proceso, con mayor o menor fidelidad hacia nuestra propia estructura depende de nuestra posibilidad de reconocer quiénes somos más allá de creencias, conveniencias, cultura, religión y etc.

Mediante un programa binario que incorpora las antiguas disciplinas de oriente y las ciencias contemporáneas, podemos elaborar un mapa que muestra la dualidad en acción dentro de cada uno de nosotros, al nivel energético.

En él encontramos los temas consistentes, fiables y fijos, lo estático de nuestro sistema y lo variable, fugaz e indefinido, las circunstancias que traerán nuevas, cambiantes, dinámicas propuestas hasta nuestro sistema.

Lo fijo y lo cambiante, lo estático y lo dinámico. Lo que no cambiará y lo que está en constante flujo de cambio. La dualidad.



La fórmula humana, desarrollada en forma gráfica propone un sistema abierto de 9 centros (encrucijadas energéticas que muestran la manera en la cual las diversas funciones de la vida se organizan en el aparato psicosomático, vehículo de la esencia, la divinidad, la fuente, dios o como quiera que se le llame) comunicados a través de canales que muestran el modo particular de funcionar de cada uno.

Donde vemos 2 centros comunicados por un canal coloreado, sabemos que esos centros y sus funciones así definidas estarán presentes como instrumentos vitales en forma fija, permanente, fiable y consistente a lo largo de nuestra vida.

Cuando en cambio no existe esa comunicación lo que vemos en una apertura a la influencia del entorno que es a la vez nuestra mayor vulnerabilidad y la fuente potencial de sabiduría. En este sistema abierto estamos continuamente interactuando con el entorno, dejando nuestras huellas en él y a la vez permitiendo, convocando al mundo para que entre en nuestro sistema, lo cambie, lo modifique, deje sus huellas en él.

Los centros que interactúan libremente con el entorno, los centros que llamamos sin definir son a la vez atractivos, fuente de gran inseguridad y los puntos en los que estamos condicionados por lo que nos rodea.

Los que están definidos en cambio ofrecen tan sólo una manera de funcionar, la que nos da una aparente seguridad ya que es fiable y consistente durante toda la vida.

Cada centro tiene funciones específicas que se desarrollarán siguiendo el camino que toma la energía y dando así la inmensa variedad del organismo cuerpo-mente.

Podríamos decir que los centros definidos serán efectores mientras que los sin definir, los que atraerán lo cambiante y lo nuevo serán receptores y se comportarán entonces de manera bien distintas

Los arquetipos, descubiertos hace unos 5000 años por los sabios chinos al observar la naturaleza, sus estaciones, los pueblos y su historia, los animales y sus ciclos, se agrupan por funciones y se sitúan como partes de un circuito que se encargará de funciones específicas.



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